lunes, mayo 15, 2006

El hortelano

Da igual lo que digan: tonterías se hacen a cualquier edad. Da lo mismo que una sea una adolescente o una persona adulta, la tontería es algo implícito al ser humano ¿o es el ser humano a la tontería?... en estos tiempos que corren una ya no sabe si el orden de factores cambiaría el resultado.
Y es que se supone que cuando una madura va dejando de hacerlas, pero yo con la edad voy mejorando. La última duró seis años, y la anterior cuatro. La más antigua fue la más grave, pues me permití el lujo de trivializarla y por ello perdí a alguien muy especial en mi vida. Durante todos estos años me he esforzado en culpar a mis "incrédulos" amigos de que se fuera todo a tomar por saco, pero... ¿y si yo me hubiera limitado a mantener la boca cerrada?¿habría cambiado en algo la situación?
De verdad que no me lo planteo, palabra. Agua pasada no mueve molino.
Y de la última, parece mentira que no haya aprendido: y luego me llaman sensei. ¡Pues no es una enseñanza que quiera transmitir, precisamente! Aunque resulta en muchos casos algo enriquecedor, no quiero repetirlo, sólo de pensarlo se me indigesta hasta la cena. Y esto ha sido literal.
Me planteo que el giro de 180º que di a mi vida y que ha hecho que me equilibre no ha sido suficiente para arrancar el dolor de la experiencia, y no sé si serán necesarios otros seis años para darme cuenta que esto se tiene que acabar, que no tengo que culpar a nadie, ni a un castigo divino, ni pensar que no merezco lo que me pasa porque la culpa es sólo mía. Ahora mismo soy para mi corazón como el perro del hortelano, con lo que dejaré de pensar tanto y me pondré manos a la obra, esta vez sin sarcasmos.

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